
Cuando los colonos comenzaron a establecerse en las islas tras su conquista, encontraron algunas razas ganaderas que criaban los aborígenes canarios, como las cabras, ovejas de pelo y cochinos negros. De hecho, la oveja de pelo, apreciada por su rusticidad (resistencia) y calidad de carne, se exportó y crió de forma masiva convirtiéndose en una pieza clave para la conquista del nuevo mundo.
Desde Canarias se han exportado al mundo y también importado numerosas razas, pero con el tiempo se han adaptado un cierto número convirtiéndose en autóctonas de las islas, y por lo tanto en un importante patrimonio que se debería conservar enérgicamente.